No existe la libertad sin libertad económica.

Nuestro derecho a un salario digno — un salario que garantice que ningún estadounidense tenga que trabajar más de un empleo de tiempo completo para poder vivir cómodamente — debe ser un derecho esencial para todos los que vivan aquí. Ese derecho no debe ser suprimido para avanzar los intereses de ninguna corporación ni de ningún gobierno. 

Más de 30 por ciento de todos los hogares carece de los medios para pagar sus necesidades más básicas: Eso significa que decenas de millones de personas se ven obligados a saltarse comidas, posponer visitas al doctor, evitar el pago de su alquiler, o les es imposible pagar el suministro de servicios públicos. 

Un salario digno va mucho más de la capacidad de pagar necesidades básicas: Es una parte esencial de la igualdad, la oportunidad, la justicia, y la democracia — cada elemento de la promesa estadounidense. ¿Cómo podemos ser libres para vivir a nuestro máximo potencial si nuestros salarios restringen las opciones que hacemos por nuestro futuro? 

En los últimos 40 años, el típico trabajador estadounidense ha visto un incremento nulo en su poder adquisitivo — los aumentos al salario han sido eclipsados por el rápidamente elevado costo de la vida. Pero al mismo tiempo, los ricos han continuado amasando más riqueza: el pago para CEOs ha sido 361 veces más grande que el del trabajador promedio en los años recientes. El 1 por ciento más alto de ingresos posee casi 40% de toda la riqueza del país — mientras que el 90 por ciento más pobre posee en combinación sólo el 23 por ciento de nuestra riqueza. Esto está mal — así de sencillo. Es por eso que necesitamos un salario digno, como uno de los 5 Derechos para lograr que nuestro país sea más justo, más saludable, más fuerte, más seguro, y verdaderamente democrático. 

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